martes, enero 01, 2008

Como es normal

Cuenta la historia que el rey, como es normal, reinaba.

Y el plebeyo, como es normal, se pelaba las rodillas.
Los brillos de la corona lo encandilaban, y hacía tiempo que no lo dejaban ver.

Hasta que un día, como es normal, se cansó de tanta ceguera.
Podía revelarse, o buscar otro rey de otro suelo.

Cuenta la historia que el plebeyo se armó, lo mejor que pudo, para hacerse valer.
Y que caminó, muy seguro de sí mismo, hacia el castillo.
Las puertas se abrieron y no hubo guardia que saliera a su cruce.

El rey estaba, como es normal, en su gran alcoba.
El plebeyo, con la decisión y la espada tomada, arremetió contra la enorme figura de su majestad.

Cuenta la historia que dos cosas sucedieron.
Una, que la belleza lo encandiló otra vez.
Y dos, que no pudo lastimar al déspota que tanta fascinación le generaba.

Entonces, no pudo hacer más que dar media vuelta y volver a su lugar.
A pelarse las rodillas.

Y cuando todo estaba bien

Cuando los momentos son eternos,
fotografías que prometen años,
felicidades que encandilan,
golosinas que no empalagan.

Cuando los días son éxtasis,
brillos delicados sin fin,
besos que no caben la boca,
realidades antes irrealizables.

Cuando los tratos son compromisos,
juramentos que no hace falta firmar,
bienestares muy recomendables,
abrazos más bien sellos.

Y cuando todo estaba bien,
asoma el enemigo,
entra en escena él,
siempre implacable.

Y cuando el mundo era rosa,
cuando las navidades eran diarias,
cuando los brindis se amontonaban,
asoma el enemigo,
entra en escena él,
siempre implacable,
siempre innombrable.