miércoles, septiembre 03, 2008

Me aterra

Pensar que si un día todos y cada uno decidiéramos a matar a una persona -sólo a una persona-, se acabaría el mundo.

viernes, junio 27, 2008

En mi cumpleaños

En mi cumpleaños, como en el tuyo, sobre todo, hay

Hay gente que te pregunta si te sentís más viejo, y gente que se ve más vieja.
Hay racimos de hombres hablando de fútbol. Hay cargadas sobre fútbol.
Hay mujeres que se conocen poco, y poco hacen por conocerse.
Hay abrazos.
Hay charlas protocolares y estériles.
Hay quien mira la tele. Quien sube el volumen, y quien lo baja.
Hay comecocos.
Hay cerveza en el freezer, y hay ¿no me hacés un favor?
Hay música de fondo que nadie escucha y que nadie se decide a apagar.
Hay uno al que le preguntan si ya está de novio.
Hay vasos volcados, y eventualmente, rotos.
Hay una que te tiene ganas. Y uno que le tiene ganas a ella.
Hay sospechas de que uno del grupo es puto.
Hay certezas de que otro es yeta.
Hay regalos de vaquita cuyos inversores costará recordar.
Hay remeras que podés cambiar con la bolsa.
Hay escasez y sobredemanda de lo que jamás se toma.
Hay padres preocupados por la comida.
Hay gente ocupándose del timbre.
Hay una tabla meada.
Hay un teléfono que suena.
Hay borrachos disimulados y de los otros.
Hay futura esposa.
Hay algún que otro monologuista.
Hay mucha hambre.
Hay quién es aquella.
Hay una torta esmerada de azarosa aceptación.
Hay uno que se ocupa de la cámara. Hay autofoto. Hay quien dice que salió con los ojos cerrados.
Hay quien grita whisky. Y quien se lo toma.
Hay quien te sugiere un deseo. Hay quienes te gritan directamente los tres.
Hay promesas de juntarnos más seguido.
Hay ausentes.
Hay uno que es el último en irse.


Pero también

Hay otros colores además del rosa.
Hay prejuicios, secuelas, y sonrisas fingidas.
Hay vaca, y hay gente que llora.
Hay otro que, una vez al año, maldice la fecha.
Hay que limpiar la casa.


Aunque lo destacable es que

Hay siempre más remo del imaginable.
Y hay conmoción.
Porque conmueve la coordinación y la puesta en escena para que, al menos ese día, seas el tipo más feliz del mundo.

viernes, febrero 29, 2008

Trampa al solitario

Siempre fui de esos que adelantan los relojes para no llegar tan tarde.
De los que se permiten todo con la excusa de no lastimarse.
De los que se resguardan de sus propias inclemencias. Y se consienten. Y se miman.

Claro que tanto malcriamiento puede ser perjudicial. Tanta carta blanca y tanta permisividad pueden jugar en contra.

Siempre fui de esos que se consolan con zonzeras.
De los que buscan la única explicación que encuentran.
De los que se toman de un tirón el vaso medio lleno. Incluso luego de haberlo volcado.

Claro que mi autoamor de excusas puede no ser más que un escudo de humo. De los que no protegen, y además, contaminan los pulmones.

Siempre fui de los que no se toman las cosas tan en serio. Sobre todo las malas. Sobre todo las propias.

Bueno.
No es para tanto.

Siempre fui de consolarme con zonzeras.

martes, enero 01, 2008

Como es normal

Cuenta la historia que el rey, como es normal, reinaba.

Y el plebeyo, como es normal, se pelaba las rodillas.
Los brillos de la corona lo encandilaban, y hacía tiempo que no lo dejaban ver.

Hasta que un día, como es normal, se cansó de tanta ceguera.
Podía revelarse, o buscar otro rey de otro suelo.

Cuenta la historia que el plebeyo se armó, lo mejor que pudo, para hacerse valer.
Y que caminó, muy seguro de sí mismo, hacia el castillo.
Las puertas se abrieron y no hubo guardia que saliera a su cruce.

El rey estaba, como es normal, en su gran alcoba.
El plebeyo, con la decisión y la espada tomada, arremetió contra la enorme figura de su majestad.

Cuenta la historia que dos cosas sucedieron.
Una, que la belleza lo encandiló otra vez.
Y dos, que no pudo lastimar al déspota que tanta fascinación le generaba.

Entonces, no pudo hacer más que dar media vuelta y volver a su lugar.
A pelarse las rodillas.

Y cuando todo estaba bien

Cuando los momentos son eternos,
fotografías que prometen años,
felicidades que encandilan,
golosinas que no empalagan.

Cuando los días son éxtasis,
brillos delicados sin fin,
besos que no caben la boca,
realidades antes irrealizables.

Cuando los tratos son compromisos,
juramentos que no hace falta firmar,
bienestares muy recomendables,
abrazos más bien sellos.

Y cuando todo estaba bien,
asoma el enemigo,
entra en escena él,
siempre implacable.

Y cuando el mundo era rosa,
cuando las navidades eran diarias,
cuando los brindis se amontonaban,
asoma el enemigo,
entra en escena él,
siempre implacable,
siempre innombrable.